domingo, 13 de abril de 2008

LOS EDUKADORES (2005)

“Fidel nos ofrece salud y educación. Ningún cubano padecerá enfermedad sin ser atendido, ni será un analfabeto. Todo eso está muy bien, pero, ¿Qué podemos hacer cuando no estamos enfermos o estudiando?”
Conversaciones con un cubano, La Habana, 2008




El simple hecho de que un director se haya ocupado de llevar al cine una historia como ésta es motivo de perplejidad. El idealismo (en el sentido más puro del término) no suele ser abono para la taquilla, y sí en cambio una suerte de veneno letal para los productores (Salvando excepciones como la reciente V de Vendetta). Me refiero a que no es lo mismo representar una determinada ideología y sus consecuencias en la pantalla (como hemos visto en incontables ocasiones, por ejemplo, con el nazismo) que tratar de explicar un modo de ver el mundo muy distinto al que los espectadores están acostumbrados, y encima intentar ganarse su simpatía (y sus eurillos).

Porque en realidad (y esto Hans Weingartner lo sabe) Los Edukadores es la historia de una guerra perdida, de una batalla que se libra demasiado tarde, en un campo desierto, y de la ilusión que puede llevar a tres jóvenes (reflejo de muchísimos más jóvenes, estoy seguro) a seguir actuando conforme a unos principios que nadie más reconoce. Y sin embargo el espectador no encontrará ningún problema en identificarse rápidamente con ellos, en volverse contra un sistema –el suyo- que tiene tanto que plantearse. La sociedad del cambio, del ruido, oculta bajo sus pies la una terrible contradicción: Un sistema tan fuerte que absorbe las críticas, disfraza los productos anticulturales y los degrada a simbolos de rebeldía, que nos permite imaginar lo bien que estaríamos en un mundo sin injusticias, sin envidia, sin afán de riqueza, y salir del cine sintiéndonos un poco menos culpables.

Y es que tras lo que podría parecer un producto ingenuo, idealista (ahora en sentido peyorativo) e incluso torpemente esbozado, se vislumbra (si queremos) un profundo y apasionado reconocimiento a las inquietudes de muchos jóvenes europeos que sienten, creen y sueñan con un mundo que tal vez sólo tenga forma en sus subconscientes. Pues ellos son los jóvenes que estuvieron en Rostock, los okupas de Copenhague, y en el fondo son también todos aquellos que se solidarizan en silencio con un ideario difuso, unos principios no formulados y –paradójicamente- un sentido del deber (o lealtad) que va más allá de lo especulativo. Los edukadores parece recoger su testigo, siendo en este sentido una película tremendamente actual, sólo posible aquí y ahora, mucho más adulta de lo que una lectura superficial podría sugerir. No hablamos de cine urbano, de rollos de drogas y psicodelias varias (que acumulan un enorme bagaje fílmico), tan conmovedores como alejados de la vida del espectador; sino de posibilidades, de compromisos. Optar por un modo de vida, y ser consecuente. Aunque ello conlleve renunciar a todo lo demás, y saber que estás solo.

Y si el cine es un medio de evasión, aquí parece ganar fuerza también su ¿secundaria? labor educativa (aunque ahora hay quien dice que en realidad son los espectadores los que educan a los directores), y advierto que no es una educación a través de argumentos. En el fondo ninguno de los chicos sabe lo que hace: actúan guiados por un inexplicable presentimiento que sin embargo subyace a cualquier panfleto o manifiesto.

Porque en esta sociedad del miedo y el control, de la propiedad privada como bien supremo e indiscutible, de los anuncios de Anesvad que atraviesan nuestro inmutable cerebro, de las parcelas de felicidad prefabricada, intocable, despojada de su esencia, de Mac Donalds que comparten pared con geriátricos encubiertos, de telarañas que cuelgan por siempre de las paredes, nos gustaría sentir que podemos hacer algo para cambiar las cosas. O tal vez lo que nos gusta es el hecho de imaginar que tal vez podríamos cambiar las cosas. Que tomamos la píldora azul, y los problemas se acaban.

Pero a la hora de la verdad, si nos dieran a elegir entre la píldora azul o la roja… ¿Cuál escogeríais?

Plop.


Mi puntuación: 9

2 comentarios:

Unknown dijo...

muy bueno

plop

Eddney Todd dijo...

Esta estâ en mi lista de must-sees desde hace mucho tiempo, pero no la he visto aûn.