domingo, 27 de abril de 2008

CHILDREN OF MEN (2006)

Cuando es la forma la que vence al contenido



Imaginaos que estamos en el año 2027 (o sea, dentro de nada): el mundo es un poquito más oscuro y más rallante, si cabe, y la humanidad ha caído presa de uno de sus miedos más ancestrales. No hay revolución que valga ante lo que parece una mala broma del destino: desde hace 19 años no ha nacido un solo niño en la tierra. La población va envejeciendo, las guarderías se vacían, los fabricantes de dodotis se arruinan y para colmo los políticos (sorprendentemente) entran en un estado de parálisis cerebral que les lleva a adoptar medidas desesperadas de control y represión ante el fanatismo de los que aún esperan la llegada de una especie de Mesías. Ante semejante situación, la burocracia parece el único refugio posible para aquellos que simulan llevar una vida normal. Pero casi todos aceptan lo inevitable, y se dejan caer hacia lo irracional: el nihilismo, el vandalismo y la más absoluta insumisión, mientras otros aún luchan por mantener el orden.



Children of men pasó sin pena ni gloria por las salas de nuestro país. Cierto es que no vino secundada por una fastuosa campaña de marketing (a diferencia de otros títulos del mismo estilo, como la reciente Soy leyenda), ni cuenta en su elenco de actores con grandes caras (si exceptuamos a Juliane Moore, a la que los productores se encargan pronto de eliminar). Incluso podemos añadir que el tema (al menos como propuesta apocalíptica) si bien puede sonar innovador, no se aleja de los tópicos finmundistas de otros muchos filmes. ¿Qué nos queda entonces?

“Pues nada, porque si lo que falla es la propuesta, el guión, lo demás no es sino puro artificio”.

Y aquí es cuando en nuestro caso, y milagrosamente, la forma viene en ayuda del contenido. (Y eso que el guión no es absoluto mediocre, como veremos).

Es cierto que los críticos habitualmente tienden a mirar de manera casi despectiva a la forma (entendida como una especie de “envoltorio de colorines”, es decir: efectos visuales, alardes de fotografía, coreografías espectaculares y esas cosas), pues suele señalarse (y en ocasiones no sin razón) que ésta actúa a menudo como señuelo para distraer la atención de otros aspectos mucho más mediocres, sobre todo en lo referente al contenido. Los ejemplos abundan: ¿Quién va hoy día a ver cine comercial estadounidense buscando una historia que le emocione, que le haga replantearse la vida, o por lo menos removerse en la butaca? Ni el tato.


A este respecto, Children of men requiere algunas matizaciones. Primero porque se trata de un film pseudo-filosófico donde la figura del autor es mucho más visible que en las superproducciones convencionales. Segundo, porque no se trata de una superproducción, sino de una película soberbiamente apañada, hasta el punto de que visualmente impresiona muchísimo más que otras que quintuplican su presupuesto.

Y el secreto lo tiene una eficaz labor de coordinación, planificación y producción a pie de calle que deja literalmente con la boca abierta al espectador. Y no me refiero sólo a los increíbles planos-secuencia, coordinando decenas de extras, explosiones, movimientos de cámaras imposibles (uno de ellos dura más de 8 minutos, y es sencillamente increíble), en los que la inmersión en la acción es total (¡por una vez se usa la cámara al hombro con sentido, y no porque queda “estético”!), sino sobre todo a que tras toda esta parafernalia no se esconde la más mínima pretenciosidad, y eso es lo apabullante: se rueda así porque tal vez no había otro modo de hacerlo.

Además (y esto se refiere al contenido), la historia es coherente, atractiva (aunque como he señalado no excesivamente original) y sobre todo corrosiva, haciendo alarde de un tipo de humor poco corriente en este tipo de filmes, en principio tan abocados a la catástrofe y el patriotismo rancio. Claro que tiene abundantes dosis de nihilismo (no es para menos, con semejante argumento), pero se observa un esfuerzo por evitar los tópicos del género, y si bien no acaba de construir un mensaje claro, permanece todo el tiempo columpiándose entre lo políticamente incorrecto, lo subversivo y el puro cachondeo. Debe mencionarse además el gran trabajo de sus intérpretes, en especial de un Clive Owen al que el papel de tipo pasao a vuelta de todo le viene que ni pintado.

En definitiva: una película de ciencia ficción diferente, sorprendente, que incita a la reflexión, pero no deja de lado el entretenimiento de calidad. Muy, muy recomendable.

Mi puntuación: 8


Plop.



jueves, 24 de abril de 2008

LAS ALAS DE LA VIDA (2006)



A veces es imposible apartar la mirada. Películas que ordenan callar y aprender. Hacía mucho, mucho tiempo que no admiraba la verdadera grandeza del cine, cuando se despoja de toda parafernalia, evidenciando la terrible desnudez en la que nos encontramos, y que tanta vergüenza nos da mirar.

“Las alas de la vida” es mucho más que el testamento de un hombre brillante, que su entereza ante lo inevitable, que la lucidez cuando incluso lo más cotidiano se vuelve contra uno mismo. Es ante todo una llamada de atención, una súplica para que escuchemos. Más que nunca es una película que no tiene sentido sin nosotros, los espectadores, y por eso no podemos fallar a Carlos.
Por eso este documental entra dentro de los "imprescindibles": aquellos documentos que muestran verdades esenciales sobre las que no cabe hacer la vista gorda.

Y por cierto, hace un par de semanas la emitieron por la dos (Ahí la descubrí). Tuvo una audiencia del 3.4 por ciento, mientras que la de salsa rosa (emitido a la misma hora) fue del 19.4.

Y luego el manual de deontología dice: "no es que tengamos la televisión que merecemos: es que no nos dejan elegir"

Será eso.

Plop.

martes, 15 de abril de 2008

NUEVOS FRENTES

Queridos amigos y lectores del blog, me complace comunicaros que a partir de hoy disponéis de nuevos espacios en los que aportar vuestro grano de arena para que cine y revolución siga creciendo. He creado cuatro nuevos sitios web que estoy seguro harán las delicias de todos los cinerrevolucionarios, tanto de los que ya nos siguen desde hace tiempo como de los que acabáis de conocernos.

El primero es una página web convencional: cine y revolución. Como veis, de momento se va a mantener el nombre original del blog. En ella iréis encontrando contenidos complementarios a los aquí expuestos, como vídeos, fotos... siempre relacionados con lo subversivo del cine.

El segundo espacio también es una página web, pero con otro diseño más sencillo. Prima el mensaje, el contenido directo, la prosa clara y concisa.

La tercera y cuarta URLs utilizan la tecnología wiki, de modo que podréis modificarlas a vuestro antojo. Se abre así un importante cauce de comunicación entre todos los cinerevolucionarios, como podréis comprobar, con la posibilidad de que aporteis contenidos, e incluso de crear nuevas críticas y entradas conjuntas. La primera es el wikispace de cine y revolución, en el que se propone la creación conjunta entre los usuarios de un director imaginario. La segunda está hecha en wikidot, con el título de... ¿Lo adivinais? Pues sí, también se llama cine y revolución.

domingo, 13 de abril de 2008

LOS EDUKADORES (2005)

“Fidel nos ofrece salud y educación. Ningún cubano padecerá enfermedad sin ser atendido, ni será un analfabeto. Todo eso está muy bien, pero, ¿Qué podemos hacer cuando no estamos enfermos o estudiando?”
Conversaciones con un cubano, La Habana, 2008




El simple hecho de que un director se haya ocupado de llevar al cine una historia como ésta es motivo de perplejidad. El idealismo (en el sentido más puro del término) no suele ser abono para la taquilla, y sí en cambio una suerte de veneno letal para los productores (Salvando excepciones como la reciente V de Vendetta). Me refiero a que no es lo mismo representar una determinada ideología y sus consecuencias en la pantalla (como hemos visto en incontables ocasiones, por ejemplo, con el nazismo) que tratar de explicar un modo de ver el mundo muy distinto al que los espectadores están acostumbrados, y encima intentar ganarse su simpatía (y sus eurillos).

Porque en realidad (y esto Hans Weingartner lo sabe) Los Edukadores es la historia de una guerra perdida, de una batalla que se libra demasiado tarde, en un campo desierto, y de la ilusión que puede llevar a tres jóvenes (reflejo de muchísimos más jóvenes, estoy seguro) a seguir actuando conforme a unos principios que nadie más reconoce. Y sin embargo el espectador no encontrará ningún problema en identificarse rápidamente con ellos, en volverse contra un sistema –el suyo- que tiene tanto que plantearse. La sociedad del cambio, del ruido, oculta bajo sus pies la una terrible contradicción: Un sistema tan fuerte que absorbe las críticas, disfraza los productos anticulturales y los degrada a simbolos de rebeldía, que nos permite imaginar lo bien que estaríamos en un mundo sin injusticias, sin envidia, sin afán de riqueza, y salir del cine sintiéndonos un poco menos culpables.

Y es que tras lo que podría parecer un producto ingenuo, idealista (ahora en sentido peyorativo) e incluso torpemente esbozado, se vislumbra (si queremos) un profundo y apasionado reconocimiento a las inquietudes de muchos jóvenes europeos que sienten, creen y sueñan con un mundo que tal vez sólo tenga forma en sus subconscientes. Pues ellos son los jóvenes que estuvieron en Rostock, los okupas de Copenhague, y en el fondo son también todos aquellos que se solidarizan en silencio con un ideario difuso, unos principios no formulados y –paradójicamente- un sentido del deber (o lealtad) que va más allá de lo especulativo. Los edukadores parece recoger su testigo, siendo en este sentido una película tremendamente actual, sólo posible aquí y ahora, mucho más adulta de lo que una lectura superficial podría sugerir. No hablamos de cine urbano, de rollos de drogas y psicodelias varias (que acumulan un enorme bagaje fílmico), tan conmovedores como alejados de la vida del espectador; sino de posibilidades, de compromisos. Optar por un modo de vida, y ser consecuente. Aunque ello conlleve renunciar a todo lo demás, y saber que estás solo.

Y si el cine es un medio de evasión, aquí parece ganar fuerza también su ¿secundaria? labor educativa (aunque ahora hay quien dice que en realidad son los espectadores los que educan a los directores), y advierto que no es una educación a través de argumentos. En el fondo ninguno de los chicos sabe lo que hace: actúan guiados por un inexplicable presentimiento que sin embargo subyace a cualquier panfleto o manifiesto.

Porque en esta sociedad del miedo y el control, de la propiedad privada como bien supremo e indiscutible, de los anuncios de Anesvad que atraviesan nuestro inmutable cerebro, de las parcelas de felicidad prefabricada, intocable, despojada de su esencia, de Mac Donalds que comparten pared con geriátricos encubiertos, de telarañas que cuelgan por siempre de las paredes, nos gustaría sentir que podemos hacer algo para cambiar las cosas. O tal vez lo que nos gusta es el hecho de imaginar que tal vez podríamos cambiar las cosas. Que tomamos la píldora azul, y los problemas se acaban.

Pero a la hora de la verdad, si nos dieran a elegir entre la píldora azul o la roja… ¿Cuál escogeríais?

Plop.


Mi puntuación: 9

domingo, 6 de abril de 2008

NADA TIENE SENTIDO

Hacemos un alto en nuestro desglose de obras cinematográficas para proponeros una experiencia novedosa: la exploración de una curiosa web de hiperficción que creo que no dejará indiferente a nadie. Se trata del proyecto Nada tiene sentido, una breve pero intensa novela interactiva desarrollada por Isabel Ara e Iñaki de Lorenzo, como proyecto final para la asignatura de escritura no lineal en el curso 2001 - 2002.

Superados los probables recelos iniciales que asaltarán a los visitantes (sobre todo por su abundante texto), se trata de una experiencia absorbente y extraña donde las haya, que irá apelando gradualmente a nuestro subconsciente, penetrando en las capas de nuestro cerebro hasta pelarlo como una cebolla. Lo primero que debéis hacer es visitarla con detenimiento y tomaros vuestro tiempo, y, sobre todo, dejaros llevar. Apagad las luces y poned música ambiente. Después, si queréis, podéis echar una ojeada a mi análisis.

El presente análisis sigue los criterios expuestos por el profesor José Luis Orihuela para la práctica 5 de la asignatura de Escritura no lineal.

1) APROVECHAMIENTO DEL POTENCIAL COMUNICATIVO DE LA WEB:

-De audiencia a usuario: El hecho de que se trate de una obra interactiva lo deja claro: es el propio usuario el que unilateralmente decide qué camino seguir. No obstante, y como suele suceder con estos relatos, esta libertad de elección es más aparente que real, pues necesariamente (al menos hasta la parte final) habremos de pasar por unos puntos clave, y sólo podremos optar entre hacer clic o no en los vínculos que nos irán apareciendo (tales como cartas o mails) conforme avancemos en la navegación. En este sentido, este proyecto ofrece menos libertad al usuario individual que otros de su género (véase la lectura interactiva Un mar de historias), aunque obviamente tampoco tendremos las manos atadas. Es al final, cuando se nos ofrecen cinco alternativas (aunque convergentes), cuando optaremos por nuestro propio desvarío psicodélico.
En definitiva, el proyecto queda a medio camino entre un “menú del día” y un “menú a la carta”, pues la experiencia de los distintos usuarios, sin ser la misma, es muy similar.

-De medio a contenido: La primacía del contenido, en forma de texto, es indiscutible. Y con él la búsqueda de lo expresivo. Este proyecto cultural busca la concentración absoluta del lector en los pormenores de la historia, y para ello se sirve de un formato austero y heterogéneo, sin aparente continuidad formal o estilística, de forma que cada nuevo clic nos lleva a un entorno visual insospechado, donde, no obstante, la interacción permanece invariable. El cambio de entorno no abre nuevas posibilidades de acción para el usuario, lo que es una pena, sobre todo teniendo en cuenta ideas tan buenas como la del Chat, interactivo sólo en apariencia.

-De soporte/formato a multimedia
: La aclamada convergencia mediática que ha supuesto la aparición y desarrollo de la Red no encuentra en este proyecto, sin embargo, un gran exponente. A la ausencia prácticamente total de imágenes, audio y vídeos (y de cualquier otro elemento multimedia) debe añadirse la total primacía de un texto que sólo en raras ocasiones presenta referencias evidentes. Ni siquiera los e-mails parecen e-mails, ni las páginas del diario páginas. Todo es una aproximación a algo que podría haber sido pero no es en absoluto. El diseño, la tipografía variable, todo permanece bailando sobre lo ambiguo, y en ese sentido parece más próximo a la novela tradicional (por su linealidad y primacía textual) que a cualquier otro soporte contemporáneo. En definitiva: la identidad de la Red como medio está aquí más difusa que nunca, pues no logra despegarse de sus antecedentes narrativos, y, lo que es peor, no hace apenas uso del potencial comunicativo del medio.

- De periodicidad a tiempo real: La navegación por los contenidos del proyecto es inmediata, sin imposiciones espaciales ni temporales, algo que por otra parte se presupone a este tipo de páginas, y ¿Por qué no? a la práctica totalidad de los contenidos de la Red. Si en una novela tradicional podemos acceder manualmente a la página que deseamos, no hay motivo para lo contrario en las novelas interactivas. El usuario busca para encontrar, la espera deja de tener sentido (si es que alguna vez lo tuvo), la respuesta se presupone inmediata, y todo lo que interfiera este cauce abierto es un problema, y nunca una virtud. A la curiosidad generada le sigue satisfacción, nunca frustración.

-De escasez a abundancia: Basta con hacer clic en el link Nada tiene sentido para acceder a los contenidos de la página. Algo impensable en los medios y soportes tradicionales. La experiencia subjetiva se hace universal, mientras que lo universal también se hace subjetivo.

-De intermediación a desintermediación: La ausencia de “camareros”, expositores, filtradores y selectores conduce a una espontaneidad y libertad impensables hasta hace unos años, y este proyecto es una clara muestra de ello. Nada tiene sentido responde al simple impulso de sus creadores, y esto no habría funcionado en un sistema intermediado en el que el mismo hecho de la aceptación del mensaje se correspondía a su supuesta relevancia social. La desaparición de intermediarios obliga a seleccionar entre un universo casi infinito de opciones emergentes, que no responden a más criterio que el de sus propios creadores, pero permite también el florecimiento de productos que jamás habrían tenido su oportunidad.

- De distribución a acceso: Aunque el acceso a la página web es inmediato (como corresponde al propio soporte), las posibilidades de intercambio de información son prácticamente nulas. En efecto, la comunicación se mantiene eminentemente unidireccional, como consecuencia de la práctica inexistencia de vínculos entre el autor y el lector, obligado a participar, pero sin posibilidad de interactuar. Ya desde la página inicial los autores permanecen ocultos, y nuestra única opción es la de seguir hacia delante: jugar a su juego, sin preguntarnos por qué, o qué intereses puede haber más allá de la propia experiencia. Sólo al final, en quiénes somos, se nos ofrecen los correos electrónicos de los autores, como medio de contacto que recuerda no obstante a las cartas al director de los periódicos impresos, y que no diluye la sensación de inferioridad del usuario.

- De unidireccionalidad a interactividad: Tanto el emisor como el receptor permanecen estáticos, impidiéndose el intercambio de roles propio de otras estructuras hipertextuales más elaboradas. El lector tiene muy claro en todo momento cuál es su lugar, y su falta de conocimiento sobre el proyecto le mantiene en una situación de inferioridad constante respecto al emisor, situación que no desaparecerá ni siquiera al final. Este modelo es diametralmente opuesto al de otros lugares electrónicos basados en la equidad emisor- receptor y en el flujo constante de información como elemento imprescindible para la construcción de un mensaje global y consensuado. La unidireccionalidad no se supera, en nuestro caso, en ningún momento. Al autor no parece interesarle la opinión del usuario sobre su creación. Tal vez porque establecer cauces de comunicación más activa que los simples correos electrónicos (como blogs o chats sobre la página) podría restar misterio a su obra.

- De lineal a hipertexto: Si algo sorprende respecto a esta novela interactiva es su linealidad. Ni siquiera la posibilidad de acceder a nodos aislados en determinados momentos de la narración apacigua la sensación de acorralamiento, de falta de opciones. En este sentido, y hasta el mismo final, el camino es fijo e incontestable. Tendremos que esperar hasta el enigmático en los dedos está el futuro para que se nos brinde realmente la posibilidad de elegir entre 5 finales alternativos, pero que por su interconexión no lo son en absoluto. Da la sensación de que un lector de novelas del siglo XIX no tendría dificultad alguna en seguir el curso de la narración. El texto, aparentemente deslavazado, está en realidad firmemente atado.

2) DISTRIBUCIÓN DE COMPETENCIAS NARRADOR/USUARIO:

En el nuevo entorno digital el narrador, que actúa más como gestor que como ordenador de contenidos, cede parte de su autoridad y competencias al usuario, en favor de una interactividad que hoy se entiende como irrenunciable. En función de esta premisa, y siguiendo las pautas expuestas por el profesor José Luis Orihuela en su artículo El ciberperiodista: entre la autoridad y la interactividad, pasamos a analizar el compromiso de los autores de Nada tiene sentido con el lenguaje y modos propios del medio y sus posibilidades:

-Interactividad: el narrador como facilitador del diálogo. ¿Qué diálogo? En nuestro caso, éste es prácticamente inexistente. El flujo de información se mueve unidireccionalemente, siguiendo el esquema clásico de la comunicación que ya estableciera Lasswell. El uso de la hipertextualidad por parte del usuario en determinados puntos salpica al texto de una interacción siempre aparente. El narrador facilita al usuario un escaso control sobre la dirección de lectura, y las herramientas interactivas tienen una incidencia anecdótica.

-Personalización: el narrador como organizador de las opciones del usuario. El narrador o creador de la página web actúa de la misma forma que un arquitecto: no sólo debe crear un espacio atractivo y sugerente desde fuera, sino que además debe prever las necesidades de sus inquilinos, adelantarse a ellas: hacerlo funcional y cómodo por dentro. En el proyecto que nos ocupa la previsión de este narrador-arquitecto es evidente: cuenta con nuestra curiosidad, con nuestra necesidad de información, para obligarnos a avanzar hacia delante, siempre en busca de un sentido que no se nos ofrecerá hasta el mismo final. Por eso su proceder no difiere en absoluto del de un escritor de novelas, que reserva para el final el nudo clave, el que da sentido a todo lo leído anteriormente, y que justifica por sí solo el avance lineal del lector.

- Documentación: el narrador como organizador de contextos. La idiosincrasia y autosuficiencia de Nada tiene sentido justifican sólo en parte su desconexión con un contexto más amplio. El marco ofrecido por el narrador es casi inexistente, reduciéndose a vínculos entre los nodos básicos y los secundarios (generalmente e-mails), que actúan aquí más como complementarios al texto principal que como nodos de paso obligado. Las redes semánticas son siempre referidas al propio texto: todo empieza y acaba en Nada tiene sentido, sin posibilidad de conectar el proyecto con otros similares, o de introducirlo en un contexto más amplio que permita al usuario dotarlo de significados complementarios. Su autosuficiencia en el entorno Web se revela contra su propia esencia, es decir: la interconexión, fruto de la colocación del espacio en un universo mayor, siempre cambiante. La rigidez no es una virtud, sino un lastre.

­- Hipertextualidad: el narrador como organizador de la red textual. La disposición del relato en forma de nodos de paso obligado ordenados linealmente, sin posibilidad de que el usuario acceda a ellos por cauces alternativos o cambiantes garantiza el sentido del relato, aunque, lógicamente, éste siempre será único. El usuario ni siquiera tiene la sensación de poder alterar en lo más mínimo el orden o transcurrir de la narración: simplemente se limita a ir hacia delante, en espera del inevitable final.
- Diseño: el narrador como organizador del espacio. A la hora de facilitar un punto de encuentro con su receptor, el narrador se encarga de establecer un diálogo ambigüo, que encuentra su correspondencia en unos espacios extrañamente diseñados y organizados. Ni aun conociendo la revelación final sentimos la sensación de estar “utilizando un ordenador”, y por tanto en la piel de un internauta. A esta confusión colabora un diseño muy poco unificado, que sólo en los nodos secundarios nos muestra la interfaz de un sistema operativo.


VS. VS.

- Actualizador: el narrador como organizador del tiempo. Tratándose de una historia cerrada en sí misma, que no admite actualizaciones ni aportaciones externas, la labor del narrador respecto al tiempo es única e imperecedera. El relato no puede enriquecerse, por lo que una única lectura lo agota en su totalidad, y el paso del tiempo va restando actualidad al proyecto, hasta el punto de que hoy en día ya no parece tan novedoso como en 2001.

­- Búsqueda: El narrador y los buscadores. No se deduce el menor interés por los autores de que la página sea blanco fácil para los buscadores. De hecho si probamos a escribir “Nada tiene sentido” en Google junto al nombre de los autores no hayamos ningún resultado relevante. Ello se corresponde con la inexistencia de palabras clave que aparezcan de forma reiterativa, además de, por su propia estructura cerrada, no permitir el tránsito hacia otras páginas web, lo que habría permitido un aumento de su popularidad y por tanto de su visibilidad para los motores de búsqueda.

­- Comunidad: El narrador como moderador. La inexistencia de un intercambio activo de ideas y mensajes, junto a la ya mencionada imposibilidad de modificar el espacio textual hacen innecesaria esta función del narrador en el caso que nos ocupa.

3) NIVEL DE APERTURA / CLAUSURA DE LA OBRA

Pasamos ahora a analizar, desde el punto de vista del narrador como autor de hipertextos, el nivel de apertura o clausura del proyecto Nada tiene sentido. Para ello tomaremos ahora como referencia el texto El narrador en ficción interactiva: El jardinero y el laberinto, de Jose Luis Orihuela, en el que se analiza el caso de la novela hipermedia Califia como pionera en el uso de recursos multimedia que completan la semántica del texto.

En el caso que nos ocupa, la clausura de la obra es prácticamente total. El texto permanece estático, las posibilidades de interacción son mínimas, y el narrador siempre va un paso por delante de nosotros, que desconocemos además la verdadera dirección de los acontecimientos que se nos narran. La hipertextualidad se ve muy limitada, y por tanto la interactividad. Las posibilidades de elección (Pese a los cinco caminos finales que convergen en el mismo punto y cuya elección individual no afecta lo más mínimo al devenir del relato), son mínimas. El texto prescinde del usuario activo, para relegarle a un segundo plano como receptor y nunca como interlocutor.

Poco importa el misterio con el que se nos introduce en el juego, y ese sorprendente arranque en primera persona que nos pide (como si pudiéramos elegir) que acudamos en ayuda de un desconocido, pues en Nada tiene sentido el control del narrador sobre su obra es total. Y esto es así hasta el punto de que una sola lectura (incluso sin pasar por los escasos nodos secundarios) nos permite agotar el mensaje en su totalidad, lo que revela la visible preocupación del autor de que su mensaje sea completamente entendido, recurriendo para ello a la linealidad más hermética, como ahora veremos.

La principal característica (y a la postre debilidad) de Nada tiene sentido es la inexcusable necesidad de pasar por el nodo clave Correo Liamto, que es el que explica y da sentido al resto del relato, lo que acaba por atar las manos del narrador, que se ve limitado a la hora de tejer su historia. De esta forma la espina dorsal a la que se adhieren los distintos nodos acaba siempre en la misma cola, como si el narrador desconfiara de la posibilidad de dotar a su historia de finales alternativos, que sin duda habrían enriquecido el relato y apaciguado la sensación de tedio que, tras la sorpresa inicial, puede asediar al usuario ante tanto texto.



Ante la posibilidad de construir un relato no lineal, de dotar de referencias y conexiones el relato y permitir un flujo circular (haciendo de cada navegación una experiencia distinta) el narrador opta por la linealidad más clásica. Antes he dicho que un lector del siglo XIX podría afrontar sin demasiados problemas la lectura de este texto. Entonces, con la aparición de la novela como género literario, la figura del narrador se potenció hasta tal punto de que ésta podía acaparar el protagonismo absoluto de la narración, e incluso engañar al lector conduciéndole por falsos senderos para después, en un golpe de efecto, demostrarle que todo era mentira. En Nada tiene sentido no estamos muy lejos de esta premisa, también muy propia de lo cinematográfico. Es cierto que a partir de 5 dedos podemos elegir entre distintos caminos, pero también lo es que optar por uno u otro terminará por ser irrelevante. Máxime teniendo en cuenta que ninguno de ellos añade información alguna, por lo que entenderemos igual el relato seleccionando cualquiera de ellos, y haciendo clic en los vínculos uno por uno, hasta el nudo final.

Además, hasta este nudo final el lector siente que está inmerso en algo inexplicable e incluso absurdo, pero, lo que es peor, no percibe que pueda ser por su culpa. En efecto, lo único que ha hecho es seguir hacia delante, coger los granitos que ha ido dejándole el narrador. Y por eso el pretendido efecto final queda amortiguado. Esta es una de las principales consecuencias de no responder a las expectativas de interacción que se desprenden de los textos multimedia y no, por ejemplo, del cine.

4) SENSACIÓN DE JUEGO/ NARRACIÓN

Pese al claro predominio de su faceta narrativa, y a la limitada interacción con los elementos del entorno, una sensación de “estar jugando a algo” nos invade desde el primer momento, más consecuencia de la extraña premisa que se nos ofrece que por la propia naturaleza espacio construido. No obstante la abrumadora linealidad acaba por imponerse al juego, más aún cuando el usuario (convertido ahora en simple lector) se percata de que nada de lo que haga podrá modificar lo más mínimo los designios absolutistas del narrador. A partir de entonces dejamos de jugar, y lo único que hacemos es leer, y leer…

5) VALORACIÓN GLOBAL


La necesidad del lenguaje multimedia (hipertextual e interactivo) de diferenciarse de sus inmediatos antecedentes y labrar un sistema y convenciones propios y autónomos no encuentra aquí su mejor ejemplo. El texto, la concepción global del relato, se encuentran demasiado pegados a la novela tradicional (Véase El misterio de la isla de Tökland, de J.M. Gisbert, que también se adentra poco a poco en el mundo del subconsciente) y a los modos cinematográficos (el estilo psicodélico final recuerda incluso a La naranja mecánica, de Stanley Kubrick), de forma que se busca más un determinado impacto sobre el receptor (a gusto del narrador-autor) que un diálogo en el que ambos pongan de su parte para la consecución de un todo superior y más universal.

No voy a negar, no obstante, que la navegación por Nada tiene sentido se me hizo entretenida. La historia es atrayente y la intriga creciente, aunque aun así se observan carencias que su temprana concepción (en el año 2001) no acaba de justificar, como la del audio (Una música inquietante, por ejemplo, habría realzado enormemente la sensación de inquietud que se produce en el lector), o imágenes más descriptivas. El predominio del texto (suministrado unidireccionalmente) es absoluto, lo que acaba por lastrar lo que podría haber resultado en una gran historia multimedia.